Sería fácil, y probablemente más de uno y una estaría esperando aquí una entrada con la palabra “victoria” entre admiraciones y en negrita, ocupando todo el ancho de la página.
Y en este momento no es eso lo que me pide el cuerpo. Porque nadie ha ganado, sino que todos hemos perdido:
- El equipo de gobierno, porque –parafraseando más o menos a doña María Casado-, “hemos dado una imagen que no debería ser la de este pueblo”.
- Los grupos políticos de la oposición, porque para nadie ha sido agradable lo que nos hemos visto en la necesidad de hacer durante estos meses. Y menos aún para mí en particular; no es este mi estilo.
- La democracia. Y el servicio a los vecinos que nos han elegido y a los que nos debemos, porque todos hemos perdido tiempo y energías durante tres meses, embarcados en una batalla absurda y sin sentido, que NUNCA debió ser planteada ni librada, en lugar de dedicarlo a lo que deberíamos.
Puede que alguien en el PP sienta ahora la tentación de decir públicamente que “cuando ha habido espacio nos han devuelto el despacho”. Y entonces volveríamos a la polémica, a recordar el proceso que nos llevó a donde estuvimos tres meses. Y después ellos responderían. Y nosotros aventuraríamos una teoría acerca de por qué ese despacho y no el otro del que salimos en agosto…
Todo esto sería inútil e infantil, ya hemos tenido suficiente de todo ello durante estos tres meses. Ya hemos dado (todos, también el PP) una imagen de Alpedrete que no debería haberse mostrado, porque nada de esto debería haber sucedido. Dejémoslo aquí, y no me hagan volver a lo mismo; no me apetece, no quiero hacerlo.
Me queda un regusto amargo después de esta “victoria” que, insisto, no es tal para mí.
Si me dejáis utilizar un símil que puede que suene algo melodramático, me siento como el soldado que vuelve de una guerra absurda, a la que le llevaron sin quererlo, y en la que luchó porque llegó un momento en el que sintió que no podía ni debía permitir a los de enfrente (observad que no digo “el enemigo”) que avanzaran ni un solo milímetro más.
De manera que mañana, y los días sucesivos hasta que disponga de un espacio en el que poder trabajar, no me veréis sentado en una silla en el vestíbulo de la Casa Consistorial. En ese tiempo seguiré acudiendo todos los días al Ayuntamiento a realizar el trabajo que me han encomendado los vecinos y vecinas que me votaron, pero depondré mi actitud de protesta.
Y después, seguiré estando a diario a disposición de todos y todas los que pudieran necesitar algo de mí entre las 11:00 y las 13:00 horas, salvo imprevistos.
Y este blog continuará contándoos las cosas que suceden, e incluso espero que algún día cercano no tenga ya sentido el título. Y deseo y confío en que desaparecerán de su cabecera más pronto que tarde las indicaciones “tantos días sin información”.
Repito: seguro que no es esto lo que algunos esperabais de mí. Pero… soy así, no puedo evitarlo.
Volviendo al símil, abandono mis armas sin rendirlas, y tiendo mi mano, en la confianza de que no escupirán en ella.
Así sea.
Porque así debe ser.
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